La importancia de Marción reside en haber puesto de manifiesto que el Antiguo y el Nuevo Testamento no fueron escritos por el mismo autor, ni tampoco son homogéneos en cuanto a su contenido, sino que difieren radicalmente uno del otro. El siguiente paso era demostrar que Moisés, no era el autor ni del Antiguo Testamento y ni siquiera del Pentateuco, y por lo tanto en su forma final era más reciente de lo que se supondría. Teodoro de Mopsuestia, en siglo quinto, ubicó algunos Salmos como pertenecientes al periodo Macabeo, y posteriormente Ibn Ezra (1092-1167) encontró buena cantidad de pasajes que catalogó como pertenecientes al periodo “postmosáico”.
En la época moderna surgirán las principales disciplinas de crítica bíblica, la crítica literaria y la crítica histórica. La primera tiene la finalidad de reconstruir el texto en su forma original antes de que se interviniera confesionalmente en él; la crítica alta atiende los problemas de composición, autoría y contexto desde el cual el autor escribe (Sitz im leben). El primero en dar un paso contundente para la crítica textual fue Benedicto Spinoza (1631-1677), quien retoma el análisis de Ibn Ezra y ubica al Antiguo Testamento en su forma final en el periodo posterior al exilio babilónico. No será, sin embargo, hasta que el médico francés Jean Astruc (1648-1766), publicara anónimamente un tratado sobre el Génesis que ocurrirá, como dice la socorrida expresión, una “revolución copernicana” en los estudios veterotestamentarios. Como una estela heterodoxa del libre examen heredado de la Reforma Protestante, Astruc realiza un análisis del Génesis sin ninguna impronta confesional. En este tratado, Astruc adjudica a Moisés una labor de compilador de los diversos documentos que le dieron forma al Pentateuco.
El argumento toral de Astruc era la existencia de dos nombres distintos para referirse a Dios. Muchos pasajes utilizan el nombre de YHWH, mientras otros echan mano del plural Elohim, literalmente “dioses”. También se dio cuenta de la existencia de repeticiones e incluso la presencia de material no israelita. Clasificó estos distintos pasajes en cuatro columnas distintas. Los postulados de Astruc levantaron polémica del lado dogmático, pero muchos otros percibieron desde un principio el alto valor heurístico de su investigación. Julius Wellhausen, exégeta alemán decimonónico, será el portavoz científico de los atisbos de Astruc. Wellhausen propondrá su “Hipótesis documental” (Harrison, 1990: 3-31). La forma final de la hipótesis sugiere que el Pentateuco se formó con la edición de cuatro documentos. Aquel que utiliza el nombre YHWH (J), llamado yahvista; el elohísta (E), que usa el nombre Elohim; el sacerdotal (P), que sería el autor del Levítico y finalmente el deuteronomista (D) que comienza en Deuteronomio y corre, en el canon hebreo, hasta el libro de 2 Reyes.
Al tiempo, en Inglaterra el sociólogo escocés Robertson Smith, publica su Religión of Semits, en donde “aplicó su análisis sociológico de la religión a los pueblos semíticos, incluyendo los hebreos del Antiguo Testamento, para mostrar los orígenes paganos de muchos de sus rituales sagrados” (Cantón Delgado, 2000: 52). Sir James Frazer utilizará la hipótesis documental como axiomática en su investigación de 1914 sobre el Antiguo Testamento (Frazer, 1981), en el cual compara sistemáticamente las mitologías semíticas con otras tradiciones africanas y asiáticas que versan sobre los mismos temas: la creación, la caída, el diluvio, la muerte del primogénito, etc.
El argumento toral de Astruc era la existencia de dos nombres distintos para referirse a Dios. Muchos pasajes utilizan el nombre de YHWH, mientras otros echan mano del plural Elohim, literalmente “dioses”. También se dio cuenta de la existencia de repeticiones e incluso la presencia de material no israelita. Clasificó estos distintos pasajes en cuatro columnas distintas. Los postulados de Astruc levantaron polémica del lado dogmático, pero muchos otros percibieron desde un principio el alto valor heurístico de su investigación. Julius Wellhausen, exégeta alemán decimonónico, será el portavoz científico de los atisbos de Astruc. Wellhausen propondrá su “Hipótesis documental” (Harrison, 1990: 3-31). La forma final de la hipótesis sugiere que el Pentateuco se formó con la edición de cuatro documentos. Aquel que utiliza el nombre YHWH (J), llamado yahvista; el elohísta (E), que usa el nombre Elohim; el sacerdotal (P), que sería el autor del Levítico y finalmente el deuteronomista (D) que comienza en Deuteronomio y corre, en el canon hebreo, hasta el libro de 2 Reyes.
Al tiempo, en Inglaterra el sociólogo escocés Robertson Smith, publica su Religión of Semits, en donde “aplicó su análisis sociológico de la religión a los pueblos semíticos, incluyendo los hebreos del Antiguo Testamento, para mostrar los orígenes paganos de muchos de sus rituales sagrados” (Cantón Delgado, 2000: 52). Sir James Frazer utilizará la hipótesis documental como axiomática en su investigación de 1914 sobre el Antiguo Testamento (Frazer, 1981), en el cual compara sistemáticamente las mitologías semíticas con otras tradiciones africanas y asiáticas que versan sobre los mismos temas: la creación, la caída, el diluvio, la muerte del primogénito, etc.
La caída del paradigma historicista en el Antiguo Testamento comenzará con el surgimiento de la Formgeschichte o Crítica de las Formas, la cual será propuesta y desarrollada principalmente por Hermann Gunkel a fines del siglo diecinueve. La Crítica de las Formas atiende a los diversos géneros literarios que componen al Antiguo Testamento y son analizados en su forma literaria abstrayendo la preocupación por la historia. Este es el cambio de paradigma más importante para la crítica literaria. No obstante, aún en esta época se seguirá buscando descubrir la historia detrás del texto. La Hipótesis Documental dominará los trabajos hasta finales del siglo veinte. En fechas recientes, una última generación de estudiosos del Antiguo Testamento ha desechado sus prejuicios positivistas y alejándose de la pregunta sobre lo histórico o lo “real” en el texto, lo han estudiado en sí mismo en base a su retórica interna.
Así, la crítica retórica aplicada al Antiguo Testamento lo considera en su forma final como un producto literario y como tal debe ser analizado. El criticismo bíblico ha sufrido un nuevo giro epistemológico tanto en cuanto al reconocimiento de la imposibilidad de reconstruir históricamente el texto, como de recuperar en su totalidad la situación en la cual el autor vivía. Este es un problema antropológico, la posibilidad o imposibilidad de reconstruir la historia evolutiva de una cultura o de un texto. El particularismo norteamericano declarará que tal empresa es imposible, mientras que el funcionalismo inglés en su indiferencia por la historia, obviara el problema. La investigación actual sobre Antiguo Testamento toma nota de las improntas históricas presentes en el texto, pero privilegia el lado retórico y la intertextualidad.
Un giro más reciente en los estudios veterotestamentarios, desde la perspectiva literaria, es el reconocimiento de la imaginación, no como un producto precientífico o reflejo de una mentalidad primitiva, sino como una rememoración del pasado que lo transmuta y lo viste de un significado que le permite a los lectores contemporáneos tener un encuentro intergeneracional con las tradiciones antiguas, no para repetirlas religiosamente, sino para aprovecharlas, transponerlas y aplicarlas a las circunstancias actuales. Como sea, en la actualidad ya no es posible comenzar ninguna investigación sobre Antiguo Testamento sin antes dedicar un espacio importante a una crítica epistemológica que nos ponga a tono con el estilo de pensamiento semítico (Brueggemann, 2003: 1-13; Brueggemann, 2007: 15-131; Cervantes-Ortiz, 2007: 27-34).